Los hogares inexistentes son aquellos que únicamente aparentan serlo ante la sociedad y la religión, haciendo creer que son una familia unida y feliz, mas sin la existencia de interacción y convivencia de sus miembros
Los hogares inestables son los más perjudiciales para los hijos, pues presenta cierta hostilidad entre la pareja, y si el niño recibe por parte de sus padres agresiones o maltratos, obviamente se darán cambios en su relación con la sociedad. Como no se atienden debidamente las necesidades de la familia, el hogar se desestabiliza al faltar comprensión y organización surgiendo entre los hijos el sentimiento de culpa y la inseguridad en su actuar, al verse dañados en el aspecto emocional, afectivo y social.
Los hogares destruidos son aquellos en los que se separa alguno de los dos pilares que son el padre y la madre, ya que son ellos quienes forman inicialmente la familia, por ello es necesario que se conozcan y acoplen para pensar en tener hijos y en mantenerse unidos armónicamente. En este tipo de situaciones, si el niño se siente apoyado y valorado por parte de sus padres a pesar de una separación, es más probable que lo acepte y supere. Aunque cabe señalar que inicialmente es muy difícil para el niño asimilarlo y no sabrá a quién darle la razón y a quién culpar de la situación, por lo que para beneficio de los hijos, lo mejor es terminar con la relación de manera pacífica.
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